Miles llenan plaza de San Pedro por canonizaciones

CIUDAD DEL VATICANO (AP).- Decenas de miles de personas han colmado la plaza de San Pedro en lo que constituye una jornada histórica de confluencia entre cuatro papas: el papa Francisco y el papa emérito Benedicto XVI honrarán y declararán santos a Juan XXIII y a Juan Pablo II, en la primera canonización conjunta de dos pontífices.
Peregrinos polacos que agitaban banderas con los colores rojo y blanco de la amada patria natal de Juan Pablo II estuvieron entre los primeros en llegar a la plaza desde antes del amanecer del domingo; eran contenidos por trabajadores de protección civil que llevaban chalecos de colores reflectantes que intentaban mantener el orden.
La mayoría de los que llegaron primero acamparon durante la noche al aire libre sobre colchones inflables y colchonetas a lo largo de calles laterales que conducen a la plaza. Otros no habían dormido para nada y participaron en vigilias de oración nocturnas celebradas en una decena de iglesias en el centro de Roma.
"Cuatro papas en una ceremonia es un suceso fantástico de ver y de estar presentes, porque es historia escrita frente a nuestros ojos", dijo maravillado el polaco David Halfar.
"Es maravilloso ser parte de esto y vivir todo esto", agregó.
El Vaticano puso fin el sábado a semanas de conjeturas y confirmó que el papa retirado Benedicto XVI, de 87 años, participaría en la canonización.
Esta acción sienta un notable precedente para la Iglesia Católica, que tiene 2.000 años de antigüedad, porque jamás se había visto a un pontífice y un ex pontífice celebrar una misa juntos en público.
Benedicto XVI había prometido permanecer "oculto frente al mundo" después de que renunciara el año pasado, sin embargo, Francisco lo convenció de salir de su retiro y le solicitó que participe en las actividades públicas de la iglesia.
La canonización del domingo es la primera en la que dos papas serán declarados santos al mismo tiempo.
La decisión de Francisco de canonizar a dos grandes líderes espirituales cristianos del siglo XX constituye un delicado acto de equilibrio, porque concede un nuevo santo a cada sector de la Iglesia, tanto a conservadores como progresistas.

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